Me dirijo a Williamsburg, un
barrio del borough neoyorquino de Brooklyn, con una ilusión desbordante. Después
de tomar dos metros suburbanos, y eso que vivo en el mismo Brooklyn, llego a Union Ave, y voy
fijándome en todos los locales con la esperanza de encontrar ya, el primer Barcade
que abrió en la gran manzana.
Me quedo mirando la fachada, y
tiene el aspecto de una antigua fábrica que ha sido remodelada, con ese aroma,
que aunque se intente imitar, es inigualable en su esencia americana. Entro y el
impacto que me produjo, no me hizo oír las indicaciones de un amable señor, que
me pedía mi ID para pasar al local. Estaba tan emocionado que no encontraba en
qué bolsillo había colocado mi pasaporte, sin dejar de mirar la hilera de máquinas
recreativas que estaban enfiladas junto a la pared desde la entrada.
Es muy complicado describir esas
sensaciones con palabras, pero para un arcadiano de la Asociación Arcade
Vintage, es como llegar a la “meca” del “barcadismo”, recorriendo un camino 6.320 km, atravesando el océano Atlántico, para hacer
PETRER-BROOKLYN.
Así que mejor que veamos este
documento y los pasamos a comentar.
Pero esos comentarios técnicos vendrán en la siguiente entrada, no te la pierdas!
Por cierto, ¿a cuál de las que se encuentran en el Barcade de Brooklyn te haría más ilusión jugar?
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