El Jefe, el macarra de turno, la máquina nueva, el listo y el mirón, una densa y compacta
nube de humo … Así, grosso modo, era lo que encontrábamos al cruzar el portal
dimensional que nos llevaba a nuestro salón recreativo del barrio. Una mezcla de
edades, tribus y personajes peculiares que hoy en día, se antoja imposible juntar bajo un
mismo techo.
Los salones recreativos, esos centros de peregrinación que durante la década de los 80 y
los 90 formaban parte del día a día de cualquier chaval. Lo que allí sucedía allí quedaba.
Y es qué, en estos locales hacíamos de todo. Desde conseguir plasmar tus iniciales en
uno de los anhelados “High Score”, o probar tu primer cigarrillo, hasta entrarle a esa
chica o chico que tan de cabeza te traía. Tampoco debemos olvidar, bajo ningún
concepto, todas esas bandas sonoras que caracterizaban a cada salón. Bandas sonoras
que nos marcaron hasta el punto de tener canciones que asociamos directamente con
aquellos años. Aunque por lo general lo más pinchado fuesen las listas de éxito de las
radio fórmulas, con canciones nada desdeñables, también encontrábamos otros con
personalidad propia.
Aquellos primeros salones de la década de los 80 se llevaban la
palma con la New Wave y el Synth Pop. Una coctelera en la cual, la evolución del MIDI,
que permitía estrechar relaciones entre ordenadores e instrumentos musicales, voces
moduladas, cajas de ritmos y Roland con sus sintetizadores, resultaron de un éxito
apabullante. Grupos como Eurythmics con la extravagante Annie Lennox, el ex punk
Billy Idol, Erasure, Alphaville, Pet Shop Boys, o Depeche Mode. Grandes canciones
que permanecerán por mucho que pasen los años como el
Don’t you want me de The
Human League, o
Souvenir de O.M.D incluida en su magnífico Lp “
Architecture &
Morality”. Una canción que probablemente nos despierte más tristeza que alegría, pero
que tiene más que justificado el desgaste de los surcos por las sucesivas escuchas a lo
largo del tiempo. Mención especial para Talk Talk ahora que el mundo del tecnopop
navega sin rumbo tras la muerte de su líder Mark Hollis unos días antes de la
publicación de esta reseña. Seguirán presentes e igual de vigentes sus grandes
composiciones como
It’s my Life o
Such a Shame. Larga es la lista de los grupos que
ocupaba de lleno el espacio musical en estos sitios.