¿Cómo no íbamos a comprar aquellos videojuegos?, si viendo esas portadas de casete te prometían no solo diversión, si no mucho más.
Absortos mirábamos en los escaparates esas curvilíneas mujeres, esos héroes de mirada intimidante y esos seres salidos de cualquiera de nuestras pesadillas, deseando que llegara el momento de meterlo en nuestros 8 bits y oír esos pitidos característicos.
Y así una generación, la primera que dedicábamos nuestro tiempo en aquellos desarrollos españoles, hicimos grande la industria del videojuego durante unos años, debido en gran medida al reclamo de esas imágenes, las cuales muchas veces poco tenían que ver con el contenido del videojuego, pero la imaginación hacía el resto.