Aprovechando el pie que Paturlas ha dado haciendo un repaso a los principales salones recreativos de Alicante, me animo a hacer lo propio con los de mi ciudad, para de este modo explorar un poco mas a fondo las particularidades de cada uno de los salones recreativos y de los comos y los porque de las razones por las cuales, alguna de esas salas se convirtieron en nuestro segundo hogar. Este repaso comienza de forma cronológica, con el primer salón recreativo en el que puse los pies con unos tiernos 6 o 7 años y donde fascinado por aquel extraño santuario de luces y sonidos, inevitablemente, deposite la primera moneda en una maquina recreativa… ¡Una moneda de un duro!, en la que, si los recuerdos de infancia no me traicionan, debía ser una Moon Cresta.
Aquel primer salón recreativo que pisé se llamaba Playland y recuerdo vivamente como la fachada estaba decorada con dibujos pintados a mano –como no podía ser de otro modo- de los héroes de infancia que por aquel entonces lo petaban, a saber: Willy Fog, La abeja Maya, Los pitufos, etc. En su interior albergaba aquellas primeras maquinas clásicas de mata marcianos con los muebles clásicos españoles de la época que funcionaban con monedas de duro, además de un buen montón de billares franceses. No recuerdo mucho mas al respecto puesto que mientras estuvieron en funcionamiento yo era aun un tierno infante y cuando tuve edad para que los salones recreativos fueran destino obligado de ocio, ya habían cerrado sus puertas. Como curiosidad, comentar que en ese mismo local, se dividió posteriormente en varios locales independientes para su venta y en uno de ellos esta actualmente ubicado mi mini salón/taller árcade particular, así que el destino ha querido que en cierta forma los Playland sigan vivos. El siguiente salón del que voy a hablar, fue sin duda el mas importante de la época, tanto por tamaño como por la cantidad y calidad de maquinas que podías encontrar. Su nombre era “Cortijo”, bueno, en realidad no se cual era su nombre real, si es que lo tenia. Aquí ningún salón recreativo tenia un nombre como tal, el único que lo tenia era el Playland del que he escrito anteriormente. En el resto de los casos el nombre de los recreativos venia definido por el del encargado, dueño o ente abstracto que lo regentara –ya profundizare después en este tema-.
Así pues, el siguiente salón que nos ocupa se llamaba Cortijo en directa relación al encargado que lo regentaba, que en este caso no era el dueño del mismo, sino un empleado. El tal Cortijo era un tipo menudo, malcarado y andaluz hasta la medula que sembraba el terror en nuestros jóvenes corazones a golpe de berrido cada vez que alguno de nosotros osaba maltratar una de las maquinas, ya fuera accidentalmente, por pura frustración tras la perdida de una vida o aun cuando fuera en un vano intento por recuperar una moneda injustamente tragada, única forma valida de solucionar el tema de tu moneda de 5 duros perdida, ya que su respuesta tipo cuando le contabas lo sucedido era un rotundo: “Ezo no pue zer” y ahí se zanjaba el tema. A pesar del encargado y de la fauna habitual del salón, que también era para darle de comer aparte, ya que estaba compuesta por los típicos veinteañeros malotes de barrio que dedicaban sus horas muertas a apostar en partidas de billar y a cobrar un tributo en forma de monedas de cinco duros a todo aquel incauto que no fuera lo suficientemente listo como evitar el contacto visual con uno de ellos. Lo dicho, a pesar de estos pequeños inconvenientes, lo cierto es que Cortijo era uno de mis salones favoritos, gracias a contar con auténticos iconos del mundo arcade en todo su explendor. Solo allí podías encontrar grandiosos muebles dedicados, hablo de modelos americanos, no las típicas adaptaciones que aquí hicieron los operadores españoles, sino los muebles originales diseñados por los creadores del juego. Todavía recuerdo el impacto que fue ver el mueble original de las Tortugas Ninja y las inconmensurables colas que se formaron durante el mes siguiente para poder jugar.
Allí estaba también el mueble
original de Los Simpson, el de los X-Men de Konami de 4 jugadores –el de 6
jugadores habría impactado demasiado mi cerebro y dudo que ahora pudiera estar
escribiendo esto si en su momento veo un mueble de tal calibre-, El Manx TT con sus espectaculares motos. Allí
también descubrí el mundo Neo Geo gracias a un par de muebles tipo Candy Neo
Geo MV-U4 en los que tenias que jugar sentado con lo que ganabas en comodidad,
pero en el que quedabas a merced de un capón
traicionero que algún malote pudiera propinarte. Allí Neo Geo y los juegos de
lucha eran el rey del salón gracias a un par de gigantescos muebles con
pantalla tipo cine que tenían y en los que jugabas sentado en una especie de
sofá -que ríete tu de los de tu casa-, al Art of Fighting, Shamurai Shodown,
Fatal Fury y demás… y que eventualmente mutaban en un solo árcade de 4 players
en el que se podría disfrutar del Hat Trick Hero. Por supuesto, también había
una buena cantidad de muebles genéricos de toda fauna y pelaje con los mas
diversos juegos, que –por supuesto- estaban en constante cambio. Si tuviera que
destacar uno de estos, seria una raro mueble de aspecto soviético que albergaba
un Black Tiger y que jamás cambió el
juego de su interior hasta su muerte en acto de servicio.
Pero no solo de árcade vivía Cortijo, allí podías encontrar un buen montón de mesas de billar (siempre modelos franceses y siempre ocupadas por los malotes de lugar), maquinas tragaperras (estratégicamente ubicadas en una especie de reservado de aspecto sórdido y con un acceso muy parecido al cubículo donde los videoclubs ocultaban las cintas porno de los ojos curiosos de los menores) y finalmente varios robustos futbolines. Precisamente, otro de los motivos para visitar este salón eran esos futbolines, que funcionaban con dos monedas de duro, recordemos que una partida a las recreativas costaba 5 duros. Así que la estrategia para amortizar lo mas posible la paga, era juntarnos cuatro amigos y poner 5 duros cada uno, con lo que lográbamos tener para diez partidas de futbolín, que además, se podían alargar artificialmente arramblando con las bolas de los futbolines colindantes, consiguiendo encontrarte con partidas a 13 goles. Eso si, siempre vigilando que Cortijo no se apercibiera de este ardid, so pena de recibir una brutal reprimenda verbal y/o la expulsión temporal del local. Hasta aquí el repaso al salón de Cortijo, cuya mera visita suponía el tener que sortear algunos peligros inherentes, pero que no obstante, resultan irrisorios en comparación con los que debías afrontar al adentrarte en el siguiente salón, que temporalmente denominaremos…
¡¡LA BOCA DEL INFIERNO!! To Be Continued…
Autor: The Heckler
Joder que casualidad!! en Sagunto había unos "Recreativos Cortijo", por el nombre del encargado, y también tenía muy mala ostia jjajaja. Estaban en una callejuela detrás del ayuntamiento y por la descripción que haces del local me parece que estés hablando del mismo salón... Variedad de máquinas, algunas de 4 jugadores o para jugar sentado, billares, futbolines, la zona de las tragaperras, el Cortijo echando la bronca jejej... Vamos! más calcados no podían ser.
ResponderEliminarasí es,que mala ostia tenía el tipo
EliminarQue recuerdos, allí aprendi a jugar al billar y tuvo parte de culpa que repitiese 3° de BUP.
ResponderEliminarCortijo tenia muy mala ostia como decis, me tuvo castigDo sin entrar varios meses porque me pilló urgando en una maquina de pin ball.
Tenia un ayudante que no me acuerdo de su nombre, que era minusvalido y te ia mejor caracter.