03 mayo 2017

Arcades Made in Japan

En los primeros años de existencia de las máquinas recreativas de videojuegos, existía una problemática que afectaba en mayor o menor medida a todos los propietarios de bares y salones recreativos: si se deseaba cambiar e videojuego instalado por otro diferente, se hacía necesario cambiar todo el mueble o, en el mejor de los casos, instalar un adaptador para que la nueva placa funcionase con normalidad. Una situación motivada por el hecho de que la interfaz de conexión entre la placa electrónica y los distintos componentes del mueble (controles, vídeo, audio...) solía variar según el fabricante.




En 1986, las principales empresas japonesas dedicadas al desarrollo y distribución de videojuegos arcade, por fin tenían claro que la política de muebles dedicados a un sólo juego era insostenible y no se podía prolongar más en el tiempo. Del acuerdo entre las mismas nació la arquitectura JAMMA: una interfaz de 56 pines que conectaba la señal eléctrica, monedero, monitor, altavoz y controles a la cabina que alberga la placa recreativa. Era tal el clamor a favor de la estandarización de las conexiones, que la iniciativa fue acogida con entusiasmo desde el primer minuto, incluso fuera de Japón.


La consolidación de esta arquitectura de conexión fue el detonante para que comenzaran a aparecer todo tipo de muebles de tipo genérico o universal, diseñados para poder cambiar las placas de videojuego de forma sencilla. Los diseños y características de este nuevo concepto de cabina tipo JAMMA fueron de los más dispar, variando principalmente según la zona geográfica de su fabricación.



En España y el resto de Europa, estos muebles generalmente eran fabricados por los distribuidores u operadores locales, mientras que en Estados Unidos solían correr a cuenta de las propias empresas del sector del videojuego, como Midway, Atari o Williams, así como por subsidiarias japonesas como Capcom, Taito o SNK. El diseño continuaba la tradición de la construcción en madera o los controles con stick tipo bate y botones cóncavos, si bien la costumbre de personalizar la decoración del mueble según el videojuego instalado se fue perdiendo poco a poco, sobre todo en nuestros lares.




En Japón, origen de la gran mayoría de empresas del sector, la formula fue muy diferente. Las cabinas universales proyectadas para dicho mercado comenzaron a reflejar la determinación de la industria japonesa por limpiar la imagen que tenían entonces los salones recreativos, considerados como lugares sucios y conflictivos. El nuevo concepto de mueble nacido a raíz del acuerdo JAMMA consiguió borrar en muy poco tiempo esa imagen, desterrando por el camino las máquinas tipo mesa o cocktail habituales entonces.





Por regla general, las máquinas tipo Candy (como son conocidas desde hace unos años en occidente) se caracterizan por su construcción en metal, plástico o compuestos de fibra, así como por un diseño marcadamente curvilíneo (con dominio del color blanco u otros tonos claros), una altura muy baja que obliga a jugar sentado, monitores multifrecuencia de fabricantes como Nanao, Toshiba o Toei y paneles de control modulares con componentes de gran precisión de las hoy conocidas Seimitsu o Sanwa.




Unas máquinas muy diferentes a lo que estábamos acostumbrados, que no se dejaron ver por nuestros lares hasta los albores del nuevo siglo, con el inicio de la distribución masiva de la Naomi Universal Cabinet de Sega, donde pudimos comenzar a valorar la calidad de diseño, materiales y acabado de estos muebles. Un hecho que, junto al auge de internet y la progresiva difusión de estas máquinas en webs y foros especializados, es el detonante de una todavía pequeña pero muy entusiasta comunidad de propietarios de este tipo de muebles.




Su carácter de producto importado desde Japón hace que la compra de una “Candy” sea más complicada de lo habitual ya que, al no haber sido distribuidas por aquí en aquellos años, el habitual recurso de preguntar en antiguos salones u operadores locales suele ser infructuoso. A pesar de ello, creemos firmemente en la superioridad de los muebles “Made in Japan” en lo relativo a funcionalidad y calidad de fabricación, por lo que merecen toda la atención ya no sólo como curiosidad o artículo de colección, sino como instrumento para disfrutar del videojuego arcade a lo grande.




Recientemente en Arcade Vintage hemos adquirido una Sega Blast City la que hará a bien seguro las delicias de los aficionados a este tipo de arcades made in Japan.




Si queréis conocer en detalle los principales modelos de máquinas universales japonesas fabricadas a lo largo de los últimos 30 años, os dejamos el enlace al índice de artículos que el blog beepgamecenter.com dedicó a los principales modelos, desde el primer modelo JAMMA de Sega hasta la ya mencionada Naomi Universal.


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