Me estreno en esto del bloguerío hablando de unos
recreativos pequeños, apartados y probablemente desconocidos para muchos. Son, sin embargo, los que me
engancharon hace ya muchos años a esta afición que compartimos y que sitios
como Arcade Vintage están ayudando a recuperar.
Durante muchos años, mis fines de semana y mis veranos
trascurrieron en una de las primeras urbanizaciones del enorme complejo
urbanístico que es ahora Gran Alacant, en Santa Pola. Me refiero a los años en
los que podías contar las urbanizaciones con los dedos de una mano, los del "Un,
Dos,Tres..." regalaban apartamentos de la zona y podías jugar entre los
pinos que cubrían aún las montañas de Santa Pola.
Y en un rincón de una de las urbanizaciones, un día
aparecieron... los recreativos Pinilla. Con apenas espacio para 10-15 máquinas
además del futbolín y mesa de billar centrales, se convirtió en seguida en el
punto neurálgico de reunión de todos los niños y no tan niños de la zona.
El salón estaba regentado por el mismísimo señor Pinilla,
que parecía sacado del "Manual de empleado de recreativos". De una
cierta edad ya, serio y un poco malhumorado cuando nos quejábamos de que la
máquina se había tragado alguna moneda...
Como muchos de la época, mis ingresos eran insignificantes y
aunque en cuanto tenía ocasión me jugaba alguna partida, la falta de práctica
por un lado y la emoción de estar a los mandos de una de aquellas maravillas
hacían que el tiempo de juego se esfumara más rápido que Forrest Gump en los
Sanfermines.
Así que muchas de mis horas allí transcurrieron de mirón,
horas que para mí fueron tanto de diversión como de aprendizaje, para conocer
los mejores trucos que me permitieran avanzar un poco más en la máquina del
momento...
Cada uno de nosotros tiene en su recuerdo aquellas máquinas
que marcaron una determinada época. De entonces son para mí el Bubble Bobble,
el R-Type, el Out Run, Black Tiger, City Connection, Shaolin's Road, Moon
Cresta, Galaxian, Shinobi... Y muchas otras que se quedan en el tintero.
Out Run |
City Connection |
Pero lo mejor no eran las máquinas. Lo mejor era el ambiente
de ocio y de estar con los amigos en ese lugar especial, compartiendo
comentarios sobre lo que ocurría allí, ajeno a problemas y responsabilidades.
Hace poco tuve ocasión de revivir aquel sentimiento al
traspasar esa puerta del tiempo que es el salón de Arcade Vintage. Y los
recuerdos se agolpaban en mi cabeza al ir descubriendo que algunas de esas
joyas estaban allí, vivas, y pidiendo que jugaran con ellas.
Y de nuevo encontré amigos con los que compartir esos ratos
especiales.
Y me sentí un poco niño de nuevo.
¿Alguno de vosotros conoció esos recreativos?
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